El entorno natural de las
Islas Cíes
El medio físico en las Islas Cíes
El pico más alto es el
Alto das Cíes
Las Islas Cies son montañosas (el pico más alto es el Alto das Cíes, de 197 m) y tienen una cara oeste escarpada, con acantilados verticales de 100 metros y numerosas furnas horadadas por el mar y el viento. La cara este es más suave, y la formación de dunas y playas se debe a la protección que dan las formaciones de bosque y matorral.
Aunque las Rías Baixas tienen un clima oceánico -con altas precipitaciones y estacionalidad moderada- los archipiélagos del Parque tienen un clima mediterráneo subhúmedo, de transición atlántica. Tienen menos precipitaciones que en la costa, pues las bajas altitudes no suponen un obstáculo para las nubes, y en verano son escasas. En las Islas Cíes se recoge una media de 1.000 mm de precipitación anual. La temperatura media anual oscila entre los 13ºC y los 15ºC y tiene poca variabilidad estacional, mientras que los vientos dominantes en verano son del Norte y en invierno del Suroeste.
La flora en las Islas Cíes está dominada por los eucaliptos (Eucalyptus globulus) y los pinos (Pinus pinaster), que ocupan -entre ambas masas- la cuarta parte de las islas. También hay presencia de camariña (Corema álbum) y de la hierba de enamorar (Armeria pungens), y el manto vegetal está dominado por el toxo (Ulex europaeus). Las dunas se conservan bien y los fondos marinos son ricos, con corales y más de 200 especies de algas. En cuanto a la fauna en las Islas Cíes, existen colonias numerosas de aves marinas -muy importantes a nivel mundial- como son el cuervo marino cristado (Phalacrocorax aristotelis) o gaviota patiamarilla (Larus cachinnans). Es un lugar perfecto para el aniñamiento, invernación y descanso en épocas migratorias; y para el avistamiento por parte de los humanos. También hay una importante colonia de reptiles y abundantes especies marinas (cetáceos y peces).
Los hábitats de las Islas Cíes
El medio marino representa aproximadamente el 85% del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Illas Atlánticas de Galicia. Las cálidas aguas superficiales que arrastra la corriente del Golfo, la amplitud de las mareas y el afloramiento local (fenómeno que trae a la superficie un agua rica en nutrientes durante el verano), propician el desarrollo de numerosos hábitats. Muchos organismos se adaptan a los cambios extremos y habitan en las comunidades rocosas del intermareal: son los mejillones (ocupan una amplia superficie), los percebes (muy expuestos a los golpes de mar) y las lapas (se adhieren a las rocas para no desecarse. En el submareal destacan los bosques de algas pardas, con especies que superan los dos metros de altura. Todas ellas forman un ecosistema que proporciona alimento y refugio a otras especies marinas: centollas, congrios, doncellas, nécoras, pulpos, etc.
En el mar, los principales fondos móviles del Parque Nacional son de arena, cascajo y maërl; zonas de sedimentación que también se encuentran en las zonas fangosas del Lago de Cíes. En los fondos de arena abundan los bivalvos (vieira y volandeira, pero también almejas, berberechos y navajas), los peces planos que se mimetizan con el fondo (solla, raya, sepia y rodaballo) y una rica fauna intersticial que habita entre los granos de arena. Los fondos de cascajo, a su vez, están formados por restos de conchas y moluscos, y donde habitan microalgas y especies como vieiras, zamburiñas y navajas. Por último, los fondos de maërl están formados por algas calcáreas que se acumulan, aunque sólo están vivas las de la zona superior, y especies como la almeja rubia, el reloj, el lanzón o fases juveniles de muchas otras.
El Lago de Cíes es conocido como la Lagoa dos Nenos y representa un ecosistema singular del archipiélago. Está situado entre las islas del Faro y Monteagudo y un dique artificial y la playa de Rodas lo separan del mar. En sus fondos arenosos y fangosos crecen plantas acuáticas (con flor) que forman auténticas praderas submarinas, zona de desove y alevinaje de diferentes especies. La abundancia de alimentos y refugios existentes en el lago favorecen la aparición de muchas especies: abadejos, anguilas, doncellas, congrios, lisas, maragotas o mojarras, por ejemplo. Entre los ecosistemas terrestres destacan los abruptos acantilados litorales, sometidos a la acción del mar y del viento. Las Islas Cíes son el lugar perfecto para la nidificación para las aves marinas, pero también son un hábitat de extrema dureza. Las condiciones de vida en las dunas y en las playas, sometidas a la acción del viento, fuertes insolaciones y salinidad elevada, provocan que los bosques autóctonos sean escasos, y que la mayor parte esté cubierta por matorral.
La flora en las Islas Cíes
La fauna en las Islas Cíes
Si la variedad de especies vegetales es amplia, la variedad de especies animales no va a la zaga. En cuanto a los invertebrados, existen endemismos en los grupos de los blatópteros (cucarachas), coleópteros (escarabajos), dermápteros (tijeretas), lepidópteros (mariposa arlequín y mariposa macaón) y ortópteros (saltamontes y grillos).
La baja humedad del suelo y la ausencia de un curso de agua permanente provoca la escasez de anfibios. En la Isla de San Martiño podemos encontrar la salamandra común, mientras que el sapillo pintojo ibérico tienen una situación crítica en el archipiélago. Pero este clima seco favorece por el contrario a los reptiles. En las Islas Cíes abunda el lagarto ocelado, el más grande de Europa (alcanza los 18 centímetros, sin contar la cola). Otro reptil muy frecuente, y que coloniza los islotes, es la lagartija ibérica. El lución común y el eslizón tridáctilo -habituales en el Parque- son lagartos que tienen las patas muy diminutas y atrofiadas, mientras que el eslizón ibérico, “en peligro” según el Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España, es exclusivo de este archipiélago.
La mayor parte de los mamíferos existentes en el Parque no son originarios de las islas. Fueron introducidos por el hombre y representan una verdadera amenaza (el gato silvestre o el visón americano) para algunas especies autóctonas. También son frecuentes pequeños roedores (ratón casero, ratón de campo, rata gris y rata negra), los murciélagos (murciélago común, murciélago hortelano y murciélago grande de herradura) y otros como el conejo, el erizo europeo, la musaraña gris y el topo.
Pero sin lugar a duda, las aves son las grandes dominadoras del Parque Nacional de las Illas Atlánticas. La abundancia de recursos, la escasa presencia humana y la disponibilidad de sitios de cría son factores que favorecen su asentamiento, y el ser hogar y lugar de paso idóneo para muchas especies impulsa el turismo ornitológico. En cuanto a las aves marinas, aquí encontramos la mayor concentración mundial de gaviota patiamarilla (unas 20.000 parejas reproductoras) y de cormorán moñudo (unas 1.000), ésta “en peligro” según el Libro Rojo de las Aves de España, que clasifica como “vulnerable” al paíño europeo. Cientos de cormoranes grandes usan el archipiélago como dormidero en invierno, época en la que es frecuente la presencia del alcatraz europeo, mientras que en verano se dejan ver el charrán patinegro y la pardela balear.
También son habituales las aves limícolas (andarríos, garzas, garcetas, vuelvepiedras y zarapitos) en el Lago de Cíes, las charcas intermareales, las playas y las zonas rocosas. Asimismo son muchas las aves terrestres que anidan en el archipiélago, a pesar de su pequeño tamaño; entre las aves rapaces destacan la presencia del azor, el busardo ratonero, el cernícalo, el chotacabras, el halcón peregrino y el vencejo real. Y son muy abundantes entre el arbolados las aves de pequeño porte (currucas, carboneros, mirlos, palomas torcaces, pinzones, tórtolas y verderones).